El tiempo tiene diferentes significados en
atención a diversas perspectivas. Técnicamente, es una constante, una medida de
intervalos, y podemos medirlo con los instrumentos tradicionales, pero en
nuestro fuero interno no siempre es igual; a veces pasa muy rápido, otras muy
lentamente.
El tiempo es benévolo cuando no tenemos nada que
hacer e implacable cuando se acerca el momento que evitamos; es fugaz en el
disfrute y eterno en el sufrimiento; es agobiante en la espera; se detiene en instantes
que marcan nuestros recuerdos y no recordamos su paso en épocas que
significaron poco; es irrepetible para los momentos memorables y se repite en
la rutina; a veces nos sobra, a veces nos falta; en oportunidades sentimos que
lo aprovechamos, en otras que lo desperdiciamos; nos parece que no tenemos
suficiente y sin embargo tenemos todo el que hay; de hecho, es el recurso más
democrático.
Existen diversas teorías y muchas definiciones sobre
el tiempo. Para nosotros, sin que esto signifique menosprecio hacia ellas, el
tiempo es vida. De hecho, medimos nuestra vida en tiempo, y en cada segundo que
dedicamos a algo dejamos una parte de nuestra vida. El corazón, entonces, es el
verdadero reloj. El tiempo, la vida, comienza con el primer latido; a lo largo
del tiempo, de la vida, sus latidos se ajustan a las circunstancias, y el
último de ellos marca el fin del tiempo, de la vida. De esa forma, el tiempo es
inherente a cada individuo y es percibido de maneras diferentes. Dos personas
que comparten un mismo espacio pueden estar viviendo situaciones internas muy
diferentes, lo que hace que una de ellas perciba que los segundos pasan volando mientras la otra siente que cada segundo es eterno. El tic tac del mismo reloj
y el latido de ambos corazones, retumban de formas muy diferentes.
El reto del ser humano consiste, más que en medir
el tiempo, en dejar huella, y el tiempo tiene muy poco o nada que ver con esto.
Hay niños que han dejado huellas indelebles y ancianos que nadie recordará. En
términos prácticos, deja huella aquel que, independientemente del tiempo, logró
algo que impactó la vida, el tiempo, de los demás. El tiempo siempre será
limitado, pero las opciones que tenemos para dejar huella son infinitas.
Bien lo expresó Teresa de Calcuta, un ser
excepcional que indudablemente dejo huella: “Pasamos mucho tiempo ganándonos la vida, pero no el suficiente tiempo
viviéndola”.