El tiempo es el recurso más escaso, y a menos que sea bien administrado, ninguna otra cosa se puede administrar.
Peter Drucker

lunes, 26 de octubre de 2015

Gestión del tiempo: ¡Se me hizo tarde!

Es común escuchar esta frase como excusa cuando alguien no es puntual. Si la analizamos, la frase no tiene ningún sentido. Es como decir que el tiempo se adelantó y lo tomó por sorpresa cuando la verdad es que quien la dice seguramente no tomó las previsiones para llegar a tiempo o cumplir con lo prometido en el tiempo acordado.

La falta de puntualidad es considerada por muchos como una falta de respeto hacia los demás. Quien llega tarde a una cita, a una reunión, quien no entrega a tiempo lo prometido, está afectando a la contraparte y muy probablemente le está creando problemas en sus propios compromisos con otros. Podemos analizarla desde varios ángulos.
  • Todos aquellos que acuerdan una cita y fijan una hora, tienen el deber de estar puntualmente a la hora y honrar su compromiso. Si una de las partes tiene alguna dificultad para ser puntual, lo cual es comprensible, debería comunicarse con la otra parte y hacérselo saber. Si bien en algunas culturas se ha convertido en costumbre llegar tarde a las citas, no todas las personas se sienten cómodas con esto y se pueden sentir incluso ofendidas si la otra parte no cumple. Muchas personas pierden una oportunidad importante en sus vidas por su falta de puntualidad y probablemente ni siquiera se dieron cuenta de cuál fue la causa.
  • Con respecto a la puntualidad al llegar al trabajo, pueden presentarse situaciones diferentes. Si el flujo y la calidad del trabajo, sea cual sea, depende de la puntualidad, los empleados deberían llegar a tiempo. No es correcto que la calidad de trabajo o del servicio que presta la empresa se vea afectado por la falta de puntualidad. Si, por otra parte, la calidad del trabajo no depende de la hora, algunas empresas han optado por concentrarse en el cumplimiento de los objetivos de los empleados de forma oportuna y no en la hora de entrada o de salida. Algunas han llegado a establecer horarios flexibles e incluso el trabajo a distancia, aprovechando las facilidades que nos brinda hoy la tecnología de comunicaciones.
  • Las reuniones de trabajo son un caso especial, ya que cada minuto de retraso hay que multiplicarlo por el número de asistentes que fueron puntuales. Las reuniones deberían tener hora de comienzo y de culminación, y su cumplimiento debería ser estrictamente observado.
  • Por último, nos referiremos a la puntualidad en la entrega de algo que se ofreció para una fecha y hora determinada. En estos casos no suele hablarse de falta de puntualidad en la entrega sino de falta de responsabilidad y, al convertirse en un hábito, limita seriamente la credibilidad de esa persona y le resta oportunidades de crecimiento personal y profesional.

Próxima entrada: Noviembre 9, 2015

lunes, 12 de octubre de 2015

Gestión del tiempo:

Es común que a una persona se le desee suerte cuando inicia un emprendimiento o se dirige a un evento que puede tener algún impacto en su vida, bien sea personal o profesional. La intención es loable, y en el fondo el deseo implica que a esa persona le vaya bien. Otras personas no deseamos suerte sino éxito. La intención es la misma, que le vaya bien, pero si analizamos el significado de ambas palabras -recordemos que el lenguaje es generativo- existe una gran diferencia entra una y otra. Usemos como punto de partida la definición de ambos términos:

  • Éxito. Resultado, en especial  feliz, de una empresa o acción emprendida, o de un suceso. 
  • Suerte. Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual.

A simple vista podemos notar que él éxito depende de una empresa o acción emprendida, mientras que la suerte está ligada a la casualidad. Visto de otro punto de vista, se habla mucho de la buena o mala suerte, más no del buen o mal éxito; el éxito siempre es bueno porque implica un resultado feliz de algo que nos propusimos.

En la gestión del tiempo es fundamental que nos enfoquemos en el éxito y no en la suerte. Uno de sus principios básicos consiste en la determinación de objetivos y prioridades como un aspecto fundamental para lograr el éxito. Si no tenemos objetivos claros, la “suerte” nos brindará resultados, buenos o malos. Si los tenemos, el próximo paso lógico consiste en planificar y emprender acciones concretas para lograrlo. Esto, por supuesto, no garantiza el éxito, pero maximiza las probabilidades de obtenerlo y los resultados dependerán de nosotros, de nuestras acciones, de nuestro compromiso, y no de los demás, del entorno, de la magia; en fin, de la suerte.
¡Éxito!


Próxima publicación: 26 de octubre de 2015