En cierta ocasión
estábamos dictando una charla a todo el personal de una pequeña clínica. Comentábamos
acerca de la importancia de atacar la causa de los problemas y no sólo los síntomas, tanto en el ámbito de la
medicina como en la gestión del tiempo. En medio de aquella interesante
conversación, la señora de la limpieza comentó que ella tenía un ejemplo que
aportar y en seguida refirió el hecho de que uno de los médicos, allí presente,
la llamaba dos o tres veces al día para que se hiciera cargo de un charquito de
agua que se formaba en un rincón de su consultorio, y ella acudía de inmediato
a secar el piso. La reflexión con la que culminó su intervención fue su
decisión de que el siguiente día iba a investigar por qué se estaba formando el charquito para luego encontrar una solución
definitiva. En otras palabras, se dio cuenta de que estaba atendiendo al
síntoma mientras el origen del problema permanecía intacto. Una vez descubriera
y atacara el origen del problema, el charquito, el síntoma, desaparecería.
Esta reflexión, hecha
de la manera más ingenua, nos revela un principio que es básico en la gestión
del tiempo. Todos nosotros tenemos “charquitos”, actividades, problemas, situaciones
que se repiten continuamente, todos los días, o semanas, o meses, y percibimos
que nunca desaparecerán. Si logramos investigar cuál es la causa de que esa situación se repita, muy
posiblemente estaremos en capacidad de atacar el origen del problema, con lo
cual el síntoma desaparecerá, y con él, el problema.
En términos prácticos,
la planificación, la proactividad, rinden más frutos que la reacción ante una
situación repetitiva. Si dedicamos el tiempo necesario a investigar, analizar y
buscar el origen del problema, será más fácil encontrar la solución, y no
perderemos más tiempo reaccionando una y otra vez ante la misma situación
repetitiva; es decir, secando el charquito una y otra vez.
Mas que la moraleja del texto expuesto me sorprende grátamente que la reflexión principal del ejercicio parte de un maravilloso ejercicio empresarial; el respeto por la opinión del otro, independiente de su rango o condición., sólo un miembro reconocido dentro de la organización. Bello mensaje en un mundo de ¨"poderosos" dueños de la verdad¡¡¡
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