Cuando preguntamos a los
participantes en los cursos si ellos consideran que tienen mucho trabajo, solemos
recibir una abrumadora respuesta positiva. Esta percepción generalmente cambia
cuando efectúan un análisis a conciencia de cómo están realmente usando su
tiempo.
En cierta oportunidad
un participante nos contó el triste caso de una compañera de trabajo. Era la
típica persona que siempre tenía demasiado trabajo, sus asuntos solían estar retrasados,
había acumulado varias vacaciones, trabajaba horas extraordinarias en exceso, y
se quejaba constantemente porque necesitaba más personal que la ayudara. El
hecho es que un buen día cayó enferma,
tuvo que someterse a una intervención quirúrgica, y pasó un buen tiempo sin
poder asistir al trabajo. Durante su ausencia, encargaron de sus labores a una
joven pasante, quien en poco tiempo logró poner el trabajo al día sin mayores
complicaciones, y demostró de esa forma, sin proponérselo, que el problema no
era la naturaleza del trabajo sino la forma de ejecutar el mismo. Una vez la empleada
se reintegró, ya curada de salud, la empresa decidió retirarla y la joven
pasante quedó a cargo definitivo de la posición.
Muchas personas sienten
que están sobrecargadas de actividades y no se dan cuenta de que, en ocasiones,
el problema no es la naturaleza del trabajo sino ellos mismos. Algunas causas
comunes de esta situación son la falta de objetivos claros, la ausencia de
prioridades, la inhabilidad para decir NO, y la postergación, entre otras. Una
vez estas personas se den cuenta de que pequeños cambios en el comportamiento
pueden lograr grandes cambios en la productividad, estarán en capacidad de
emprender el camino del éxito en la gestión de su tiempo.
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