Este fue el término, incoherente
por lo demás, que acuñamos durante la realización de un curso a un grupo de
Gerentes. Se trataba de una empresa de corte paternalista que protegía mucho a sus
empleados en detrimento del tiempo de los Gerentes. Uno de los efectos de esta
política, en términos prácticos, era que los empleados se iban todos los días a
la hora exacta de salida y remitían a sus Gerentes todas las actividades no
culminadas. Estos por su parte, se veían obligados a trabajar muchas horas
extraordinarias para mantener el trabajo al día. Los empleados, en el proceso, habían
asumido que la culminación de un trabajo no era su responsabilidad.
El proceso para
revertir esta situación era complejo. Había que tomar en consideración el valor
que representa el hecho de que los empleados no trabajaran horas extras, pero a
su vez se logró determinar que perdían mucho tiempo durante las horas hábiles,
lo cual impedía que tuvieran su trabajo al día. Había que cambiar este
comportamiento y esto representaba un cambio radical en la forma de trabajar,
que culminaría en la implementación de un programa de evaluación del desempeño,
unido a un esfuerzo sostenido de motivación al logro.
Sólo entonces, una vez
la empresa pudo lograr este cambio, y los empleados aceptaron y asumieron la
responsabilidad de enfocarse en sus objetivos, fue cuando los Gerentes pudieron
aliviar su carga y comenzar a pensar en delegar nuevas funciones. Por otra
parte, se mantuvo la política de evitar las horas extraordinarias, a menos que
fueran estrictamente necesarias.
La delegación, bien
entendida, es una de las herramientas más poderosas para que, tanto el
Supervisor como el Supervisado, hagan un mejor uso de su tiempo. Próximamente
abordaremos otras aristas de este importante tema.
Excelente campaña de concientización en contra de la delegación ascendente
ResponderBorrar