Yo tengo dos sillas de visitantes, nos comentaba un participante; ambas son de madera; la de la izquierda es
totalmente normal pero a la de la derecha les recorté unos centímetros a las
patas de adelante. Cuando entra a mi oficina algún visitante a quien deseo
recibir, le señaló la primera; en caso contrario, la segunda, la modificada. El
visitante no se da cuenta del motivo de su incomodidad, pero a los pocos
minutos se levanta y se marcha.
No pretendemos que
nuestros lectores hagan lo mismo, sino que saquemos una lección de esta
anécdota. El contexto está relacionado con el beneficio que nos trae el hecho
de no involucrarnos en ciertas actividades en el momento en que queremos
dedicarle el tiempo a un asunto importante. En este caso, al participante le
costaba ser asertivo, decirle directamente al visitante, de buenas maneras, que
en ese momento no podía atenderlo, o citarlo para después, así que encontró un original
método para deshacerse pronto de él.
La asertividad, en el
caso que nos ocupa, consiste en la habilidad de decir NO, sin sentirnos mal por
ello y sin hacer sentir mal al visitante. Quizás la forma más directa consiste
en expresarle al visitante que con gusto nos reuniremos con él en otro momento,
ya que estamos involucrados en un asunto importante que merece toda nuestra
atención en este instante.
Existen muchas formas
de ser asertivos e incluso se han escrito libros que tratan el tema
extensamente. En beneficio de la brevedad, recomendamos tomar en cuenta lo
siguiente: Una vez decidamos dedicarle tiempo a algo importante, debemos evitar
las interrupciones. Si ellas ocurren, debemos rechazarlas asertivamente. No
hace falta tener dos sillas de visitantes sino la voluntad de proteger ciertos
momentos de nuestro tiempo y la habilidad para hacerlo de forma asertiva.
Fecha estimada de publicación: 13 de abril de 2015