Pasaron algunos meses, y
un día nos topamos con el joven en la calle. Fue grato escucharlo
ya que durante una larga conversación nos comentó que había puesto en vigor las decisiones que tomó durante el
curso y que había mejorado muchísimo, al punto de que todos los días se iba del
trabajo a las 5:00 PM, como el resto de sus compañeros, ¡sin remordimientos!, lo cual le había permitido continuar sus
estudios de noche, y esta vez remató diciendo con entusiasmo, ¡hasta tengo novia!
Queremos rescatar una
frase de esta anécdota: ¡sin remordimientos!
Con ella, el joven nos estaba diciendo que se estaba yendo temprano
del trabajo con un sentido de logro, con la satisfacción de saber que el día
fue productivo, y esto le daba el tiempo y la tranquilidad de mente necesarios para
afrontar nuevos retos en su vida personal.
¿Cuál fue el secreto
de este joven? Podemos resumirlo en una palabra: organización. En lugar de
trabajar reactivamente en muchas actividades dispersas, él había decidido
concentrarse en aquellas actividades verdaderamente importantes que le conducían
a lograr resultados. Entre otras cosas,
aprendió a decir NO, cuando lo consideraba apropiado, de forma asertiva. Esto,
unido a su aspiración de lograr también sus metas personales, lo condujo a
establecer un balance positivo entre su trabajo y su vida personal, ¡sin remordimientos!
Próxima publicación: Gestión del tiempo: Dos sillas de visitantes
Fecha estimada de publicación: 30 de marzo de 2015
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