Hay personas que se quejan continuamente de las cosas que
están fuera de su control y no hacen nada que los ayude a avanzar. Por ejemplo,
no podemos controlar el tráfico, pero si podemos controlar nuestra actitud ante
el tráfico y la hora de salida. No podemos controlar el hecho de que nos llamen
por teléfono o nos envíen mensajes, pero si podemos controlar el uso que
hacemos de este instrumento. No podemos evitar que terceras personas nos
soliciten algo, pero si podemos controlar nuestra respuesta ante dichas
solicitudes. Si nunca decimos NO, nos convertiremos en un blanco fácil para
todos aquellos que necesiten ayuda. No es un asunto de ser egoísta o poco
colaborador. Es cuestión de tener claras nuestras prioridades, saber cuándo
decir NO, asertivamente, y cuando decir SI. En fin, no podemos controlar algunos
elementos externos de nuestro entorno, pero si podemos controlar nuestra reacción,
nuestra respuesta, e incluso modificar
el entorno a favor nuestro.
Hay situaciones que podemos controlar y situaciones que
definitivamente no podemos controlar. Es importante que aprendamos a vivir con
las primeras y nos enfoquemos en las que si podemos controlar. Debemos tomar
una acción positiva, mediante una adecuada planificación y asignación de
prioridades, y nuestra reacción consciente y asertiva ante los elementos
externos que pretenden tomar el control de nuestro tiempo… y de nuestra vida.
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